
Fundación Pedagógica
RAYUELA

¿Cómo Funciona la pedagogía en Rayuela?
“No es con sermones sobre la interiorización del otro y la introyección de las diferencias como se resolverá el problema de las formas monstruosas de la alteridad, pues estas formas han nacido precisamente de esta diferenciación obsesiva, de esta dialéctica obsesiva del yo y del otro.” (Baudrillard, 140), entonces, aquí se muestra una preocupación por la inadecuada utilización de la diferencia, que la escuela debe considerar en primer lugar para no caer en intenciones de promoción, protección o manipulación; la tarea consiste en tomar en serio la construcción de identidad y así reconocer el valor de la diferencia en lo múltiple, mostrando que la igualdad no puede obtenerse simplemente con la igualdad de acceso al currículo, la igualdad depende de la modificación del currículo.
(Cixous, Derrida, 2004:28) “Se trata de correr el riesgo del otro, respetar, favorecer, cuidar lo desconocido, la alteridad. En este tipo de relación, el otro se conserva en vida y en diferencia”. Afirmar la diferencia no es negar la igualdad, implica entonces considerar la existencia del otro y por tanto la responsabilidad frente a él, la atención y cuidado que se le puede ofrecer.
Para considerar al otro basta con la intención de comunicar, se advertirá entonces; a los otros, que hay en cada uno, y que han contribuido en la construcción del lenguaje en cualquiera de sus manifestaciones: hablar, escuchar, leer y escribir
El derecho a expresarse es parte esencial y carácter funcional de la lengua planteado por Halliday (idem-31) quien distingue siete funciones inherentes al lenguaje: instrumental, como expresión de necesidades; reguladora, como influencia sobre el comportamiento de los otros; interactiva como espacio para involucrar a otros; personal para manifestar el yo; heurística, como medio de exploración; imaginativa, para crear un mundo propio; informativa para comunicar sucesos.
En Rayuela, se consideran estas funciones que permiten asumir situaciones de interacción con el otro, más allá de la crítica, precisando pasar al análisis de los muchos aspectos que preocupan a esta comunidad; no solo clases sociales sino otros como raza, etnia y sexualidad.
Analizando el currículo como espacio que enseña a pensar, se puede abordar; ¿qué es lo que es pensable?, y pensar lo impensable: Un currículo que invite a pensar lo que todavía no se ha construido (Da Silva, 2001).
El currículo
Entendiendo el currículo cómo la vida misma de maestros y estudiantes en la cotidianidad de la escuela, su construcción parte de la necesidad de considerar los sujetos como investigadores, comenzado por rescatar la simple curiosidad de los más pequeños, pasando por el apoyo a los intereses de lo jóvenes, esperando que los adultos partícipes de esta propuesta puedan dialogar desde las disciplinas (nueve áreas obligatorias sugeridas por la ley 115 de 1994 del MEN) en las que fueron formados, de ahí que exista la posibilidad de reinventarse, sin juzgarse, pero si distinguirse para valorar otras formas de ver constituyendo no una institución educativa, sino como lo menciona Deleuze una “Extitución” sin límites, donde confluyan saberes, conceptos, realidades, y pedagogías, corriendo el riesgo de descentrarnos de nuestras disciplinas con el sano criterio de contribuir a una real flexibilización del currículo.
El encuentro de saberes y disciplinas acercarán a estudiantes y maestros a su realidad próxima, para darse cuenta cómo los problemas del contexto hacen parte de la vida, del currículo y la construcción ética que cada uno asume, es así que tanto el contexto rular como el urbano debe ser analizado, reconociendo en cada uno la manera como toca nuestras vidas, en este marco el estudiante y el maestro podrán darse cuenta de aspectos cómo: el contacto con la tierra para determinar su valor, su cuidado y compromiso frente al ecosistema, cierto es entonces, que participar en la huerta orgánica en una comunidad campesina da la oportunidad de construir y comprender el valor de una comida saludable, aquí he de referirme también como nos lo recuerda Foucault la importancia del cuidado de si y de los otros, es decir la conciencia no solo de la función biológica y el cuidado del cuerpo, sino el cuerpo mismo en un espacio, su postura, movimiento, sensibilidad frente a lo que ve y escucha que luego se convierte en pensamiento dónde el estudiante logra desarrollar habilidades, reconocer potencialidades y valorar el aprendizaje que le proporciona el entorno, a través de un interés investigativo que facilite la reflexión y le permita no solo actuar éticamente sino afrontar la formación profesional.
La Cotidianidad
Pensar la vida diaria en Rayuela, llevó a diseñar espacios para pequeños grupos (15 niños por grupo), de tal manera que se garantizara la mayor atención individual, en niveles de preescolar, básica y media, por consiguiente con un currículo de apariencia utópica poco descifrable para una estructura moderna organizada dese un poder político-religioso como la Secretaría de Educación. Sin embargo, el currículo debía ser reconocido en el sistema para poder funcionar, es así que básicamente se trazó, tocando la estructura educativa y social existente y aprovechando las fisuras que va dejando la misma. Según Da Silva (2001) el término de currículo desde la modernidad está ligado a cuestiones organizativas, a campo especializado, dónde tienen cabida los intereses de la burocracia estatal encargada de todo lo relativo a educación, cuya ganancia está en preservar identidad nacional y control hegemónico. Es bajo estos parámetros que se admite el reconocimiento de una institución en el contexto educativo, y es también desde allí dónde Rayuela inicia su trabajo, con una realidad que debe analizar, para comprender como está construida y encontrar las posibilidades para deconstruir y construir. Es decir, no al margen de lo establecido, sino desde su centro y su periferia.
La cotidianidad en la escuela es la vida de estudiantes y maestros, cada uno con experiencias, saberes, intereses formas de ver el mundo que poco a poco van trazando líneas, construyendo espacios y haciéndolos significativos en la medida que generan puntos de encuentro. Rayuela, así considerada, cuenta con una propuesta curricular basada en bloques que integran diversas áreas y se desarrollan a través de proyectos pedagógicos interdisciplinarios, partiendo de problemáticas de interés para la comunidad educativa, que intentan resolverse borrando las fronteras entre las diferentes áreas del aprendizaje. Pero a su vez, dicha institución también pretende convertirse en una “extitución” como lo menciona Deleuze, es decir un orden social que no necesite un “dentro” y un “fuera”, sino una superficie en la que se “conectan” y “desconectan” multitud de personas y por tanto maneras de pensar y actuar produciendo un agenciamiento, que ponga en juego las multiplicidades, los territorios, los afectos, trabajando conjuntamente como una unidad funcional. Los proyectos que desarrollan los maestros con sus estudiantes tienen un producto final que da cuenta del proceso y la contribución de los estudiantes, convirtiéndose a la vez en evaluación y auto evaluación de cada participante.
El proceso pedagógico que se despliega, pretende la construcción y el desarrollo de la diferencia, es decir una oportunidad para autoconstruirse en relación con los otros. Para esto se considera esencial, dejar “ser” a cada quién, propiciar la expresión desde su condición personal., esto incluye forma de vestir- por ejemplo no llevar uniforme-, circunstancia que genera un ambiente particular para expresar modas y estilos en el vestido y el peinado, dejando ver la libertad para sentir y expresar.
El hecho de verse diferentes en apariencia, es parte de la construcción de sí mismo en relación con el otro, que no solo se queda en este aspecto, sino que debe llevarse a otros ámbitos, es decir que busca eliminar las fronteras en la interacción y tomar en cuenta al otro para confrontarse, discutir y avanzar en la deconstrucción y construcción personal permanente.
El Intercesor
En una estructura desestructurada y resignificada, ¿sería un “maestro” o un “profesor” quien pueda asumir el papel de deconstruir y deconstruirse?. Pues, en este espacio, -sujeto a constantes cambios que exige estar alerta- no es suficiente el punto de apoyo que da un saber que orienta, dirige, acompaña y espera resultados según su punto de vista, se necesita otra figura, que permita transformacion, más allá de simplemente confiar en un “saber”, debe “ponerse en órbita… situarse en el movimiento” como lo menciona (Deleuze, 1996:194) y entonces ser capaz de construir conceptos generadores de movimiento intelectual con infinitas posibilidades de interacción en el espacio y tiempo.
Lo esencial son los intercesores. La creación son los intercesores. Sin ellos no hay obra. Pueden ser personas -para un filósofo, artistas o científicos, filósofos o artistas para un científico-, pero también cosas, animales o plantas, como en el caso de Castañeda. Reales o ficticios, animados o inanimados, hay que fabricarse intercesores. Es una serie. Si no podemos formar una serie, aunque sea completamente imaginaria, estamos perdidos. Yo necesito a mis intercesores para expresarme, y ellos no podrían llegar a expresarse sin mi: siempre se trabaja en grupo, incluso aunque sea imperceptible. Tanto más cuando no lo es[1]
El maestro debe escapar del discurso, buscar intercesores que le ayuden a captar el movimiento, así el conocimiento será creado constantemente, en la interacción permanente generando espacios de debate. Igualmente, los niños también pueden ser intercesores, y a la vez buscar sus propios intercesores. En consecuencia, se plantea la posibilidad de la discusión permanente, para hacer visible cosas que en otras condiciones no podrían verse.
Así, para el desarrollo de esta propuesta, se recurre a intercesores no a maestros. Intercesores que generen una dinámica permanente de experiencias, en un constante deconstruir y construir ideas, textos, imágenes que den cuenta de la posibilidad de comprometerse con el mundo y la vida que a cada uno le corresponde vivir, acompañado de intercesores que ayuden a avanzar en la posibilidad de conocer.
No tiene sentido pensar un proyecto educativo si el docente o intercesor no reflexiona sobre su hacer, no tendría sentido proponer miradas múltiples si se reproducen formas tradicionales, entonces habría que pensar que uno de los primeros pasos en un proyecto curricular estaría encaminado a replantear constantemente las bases conceptuales del ser docente o intrecesor. Al reflexionar sobre el compromiso con el espacio social y cultural es evidente que no es desde la postura de reproducir conocimiento, desde donde se movilizan estructuras sociales, culturales y educativas. Se requiere una actitud investigadora que supere la crítica y permita nuevos abordajes para entender que construir conocimientos requiere de un intercesor comprometido, que se piense como un intelectual.
Finalmente, reconocer en el contexto educativo escolar los conceptos de currículo, docente, diferencia y la multiplicidad en la construcción de conocimiento, ha permitido en Rayuela, resignificar y ampliar su horizonte de sentido.
[1] Deleuze, Gilles. Conversaciones, Pre-textos 1996